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Mostrando entradas de 2009

Día ciento treinta y seis.

En estos tiempos de alegría, navidad y fiesta familiar sólo se viene a mi mente de viaje una palabra: ODIO. Y que no, que no vuelvan los tiempos de pájaros, ventanas y brisas azules que me hacían volar. Pero si tú lo quieres, pues toma. Me ca*o en todos los ministerios de mier*a de este pu*o país. *Miss HatingRedFul. [Se venden camisetas. Próximamente.]

Día ciento treinta y cinco.

Agárrala con las dos manos, con fuerza. Con una mano acaríciale el cuello y déjate llevar. Cierra los ojos y siente cada centímetro de su suave cuerpo con la otra. Tan suave como la piel del Sol. Ahora empieza a tocarla más fuerte, más rápidamente, sin prisa pero sin pausa. Tócala hasta conseguir que cada uno de sus suspiros parezca una nota... compón una melodía infinita y tócala sobre ella. No le dejes respirar y siéntela como si fuese parte de ti. Ahora los dos formáis parte del mismo cuerpo, sois un mismo ser . No dudes en arañarla si te deja pero no hagas de sus gemidos una canción desafinada. No la dejes aunque tu cuerpo te lo pida con lágrimas. Para llegar a ser eterno hay que vivir toda una vida. Ahora tú y ella sois un mismo ser. Ahora tú y la guitarra sois un mismo ser. Miss Lola*

Día ciento treinta y cuatro.

Creando términos. La creación de un nuevo término supone la aparición ( y necesidad de utilizar) de forma automática de su antónimo, de una palabra que defina a la idea opuesta a la que acabamos de nombrar. Ejemplos tales como "pequeño" - "grande". Si no tuviéramos una de las dos palabras, la otra perdería su significado. Es como si una palabra necesitase de la otra para sobrevivir. Ambas entran en una relación que las mantiene unidas pese a sus diferencias. ¿Qué conclusión sacamos de todo esto? Que el "blanco" no existe sin el "negro", que la "mujer" no existe sin el "hombre", que el "viejo" sin el "joven" no es nada... ¿Hablamos sólo de términos para designar palabras? NO. Y ahora viene mi conclusión, si cuando se crea un término se crea de forma automática su contrario, ¿qué hacemos creando términos como igualdad? Sí, lo sé, ¿qué fue antes? ¿La gallina o el huevo? Pero, ¿qué hacemos creando un "Mini

Día ciento treinta y tres.

No hay más ciego que el que no quiere ver. Puedo perder una tarde mirando el techo y estúpidos anuncios de preciosos zapatos por ciento cincuenta euros. Puedo perder una tarde escribiendo tonterías que no tienen ni cuerpo ni cabeza. Puedo perder una tarde pensando en el imbécil que arruina mi existencia. Puedo perder una tarde escuchando música demoníaca... pero nunca voy a perder una tarde leyendo un libro. Porque leer un libro no es perder el tiempo. Pero, ¿a qué me dedico? Me dedico a pensar que voy a sacar algo en claro de todo esto. Me dedico a creer que voy a aprender matemáticas en dos semanas para tenerlo todo a punto. Me dedico a creer que los sindicatos valen de algo más que de paracaídas. Y me dedico, en definitiva, a perder el tiempo de soberaaaaana manera. Podéis llamarme Miss Estúpida porque no doy más de mí. Soy imbécil y sensible. Y, si bien es verdad que en ocasiones toda mi sangre baja a mis puños, al final no pasa de ahí. No puedo más que mirar con furia al pasado y

Día ciento treinta y dos.

El chico de la toalla me despertó una día de sobresaltos con un beso en la espalda. El chico de la toalla me robó un mechero rosa. El chico de la toalla me conquistó poco a poco. El chico de la toalla me hizo volverme loca y escuchar gritos en la más silenciosa noche. El chico de la toalla me hizo delinquir. El chico de la toalla (hizo delinquir a más gente). El chico de la toalla me llevó en su carrazo tirado por ¿veinte cv? El chico de la toalla me dió Rubias de beber. El chico de la toalla me empujó varias veces una noche. El chico de la toalla no se cortaba una mier*a. El chico de la toalla sabe hacer el Moonwalk. El chico de la toalla me enseñó a resolver el Cubo de Rubik(y después se vio superado). El chico de la toalla me hizo ver Star Wars en una semana. El chico de la toalla me hace ser más freak cada día. El chico de la toalla me cuida. El chico de la toalla hace unas hamburguesas que ni ErrePunto MacPunto. El chico de la toalla me lleva de viaje a cazar Civics. El chico de l

Día ciento treinta y uno.

El trauma de Heidi, versión no comercial. Y Heidi le escribió un mensaje de texto a Pedro “¿Dónde estás? Te estoy esperando desde hace media hora, si no vienes pronto, me voy a casa de Clara.”. Era el cumpleaños de ésta última y habían quedado para ir a comprarle un regalo. Heidi había estado cosiéndole una colcha durante meses pero Pedro no había encontrado el regalo adecuado, si bien es cierto que había comprado varios a espaldas de Heidi, pero cuando ésta se enteró de que lo más bonito que había elegido eran unos patucos de bebé decidió ponerse manos a la obra para hacer un regalo que dejase en la sombra a Pedro, además, le prometió acompañarle para ayudarle a elegir uno, él sólo tenía buen gusto para los temas cabralicios. Heidi estaba harta de esperar, vale que fuesen amigos, que llevasen juntos desde su más tierna infancia, pero era el cumpleaños de Clarita, sus dulces dieciséis e iba a llegar tarde por culpa del cabrero. Fue entonces cuando lo vio acercarse en la lejanía. ¡Q

Día ciento treinta.

Tengo ganas de morir de forma mínima y resucitar agotada en tus brazos. Perder todos los sentidos en un sentido segundo. Primero quiero saber el significado de todo lo que me rodea. Quiero comer libros y respirar conocimiento. Pero luego... luego quiero correr en un mar oscuro rodeado de playas de ardiente arena. Más tarde quiero paladear el sabor del Saber. Quiero nadar en un mar de dudas sin resolver, sin respuesta, para acabar riendo a carcajadas cuando sepa que nada la tiene. Quiero gritar con la mirada y ayudarte a salar el mar. No ahogarme en este río ni en ningún otro. Perder el miedo a las mariposas. Cantar canciones con los ojos abiertos y saber que hablar bien no cuesta nada. Quiero jugar a cazar lágrimas sin miedo a dejarlas huir. Te llevaré a un mundo donde todo es gratuito, donde llorar da risa. Y las carcajadas son más atronadoras que cascadas de lava. La repetición sigue siendo un recurso. Y quiero comer oxímoros con ton y son y sin dudas. De un ebúrneo color ébano. Cóme

Día ciento veintinueve.

Para nada caras largas ya. ] Cuando estuve en el desierto del Sáhara hacía frío y he esquiado en manga corta en La Masella. En el desierto, además, había cobertura. ¿Existe algo llamado Monarquía Democrática (un insulto a la palabra)? ¿Sabe el cielo que la Luna es azul del otro lado? ¿Existe el dolor? *MissLess

Día ciento veintiocho.

Sólo una aguja pinchando mi burbuja de sueños puede despertar al blog del estado de stand by en el que se encontraba. Yo no quiero ser castigada por querer besar al Sol como Ícaro, que se derritan mis alas y caer a un mar del que nazca una isla con mi nombre. ¡Prohíbele a la Luna salir todas las noches después de una vida llena de alcohol y desenfreno si eres hombre! Dile al Sol que hoy se quede en casa, que necesita poner nueve lavadoras. Dile a la letra "s" que deje de ser tan sinuosa (1.adj.) como yo (2.adj.). Dile a todos los pájaros del mundo (con paquete de tabaco o no) que dejen de volar una vez a la semana. Dile a los peces que, a partir de ahora, no podrán pasar todo el día en el agua, que hay demasiadas cosas que hacer. Pero ya es demasiado tarde para desacostumbrarme y el cambio será fatal. No hace falta decirle al Sol que produce quemaduras en la piel, él ya lo sabe. No le digas a un algodón de azúcar que es dulce, es obvio. No vengas a hablarme de Cenicienta o Bl

Día ciento veintisiete.

Veces te voy a decir lo que vas a leer. (+++) Pensaba escribir sólo dos palabras, sólo dos palabras que dicen mucho más que mil veces por mil. Dos palabras que cuando rozan mi piel la hacen estremecerse y dos palabras que pueden hacer saltar lágrimas de miel de estos ojos que tantas cosas han visto. Dos palabras que me pueden hacer enmudecer aún cuando más tengo que contar. Dos palabras que tienen tanto significado y que significan tanto cuando no te las dice nadie. Dos palabras que pueden hacer sentir al Mar pequeño y a la Luna verde. Dos palabras que me vuelven la cabeza del revés y que me hacen desvariar en mi locura. Dos palabras tímidas y aladas que no saben cómo salir del pecho de mi erastés y que ahora vuelan en mi cabeza. Y no me quedaré sin decirte esas dos palabras. Tengo todo lo que quiero. Dos palabras. Dos palabras. Miss Andnowyouhavetokissmerighthere*

Día ciento veintiséis.

¿Perdón? ¿Alguien podría explicarme por qué el mundo es tan pequeño? Y si no, da igual, me encanta. Internet hace que me vaya a explotar la cabeza de la emoción, a veces. Me van a matar los recuerdos porque ahora no me cogen... ¡Ah! [31_Ago] Hay una cosa que te quiero decir, que es importante... ¿Qué más me/te da? A parte. ¿Dónde has estado durante todo este tiempo erómeno? Te convertirás en erastés antes de que de tu pecho brote una puta palabra. Y no me odies si el olvido me hizo amar al Odio. ¿No te suena Medusa? Los mismos efectos tienen estas palabras sin transcribir sobre quien osa sobre ellas sus ojos posar. Nunca vamos a volver a sentir, nunca vamos a saber cómo o si nos ha dolido... ¿Por qué tenemos entonces tanto miedo a esa transición a otro estado físico (meta-...) llamada "muerte"? Algún día mis abandonos te darán de comer. -·- [Hoy] Dejadme espacio que necesito pensar. ¿Acaso me encuentro en ese estado de estupidez transitoria? ¿Va acaso a durar ese estado para

Día ciento veinticinco.

*Annie are you okay?* No, no estoy bien. Y vuelve a echar humo la tecla efecinco. Me da igual lo que penséis de mí y de todas las cosas que no he hecho en mi vida (menos mal que no). Da igual. Y un día voy y te digo algo como lo que te digo y en general digo al mundo y la lío y no pasa nada. Lo mejor es ver como el Barça gana su segundo título de la temporada rodeada de rottweilers madridistas. ¡No lo celebres! ¿Que no? Ya. Me despido del mundo, cuando vuelva a abrir los ojos seré una nueva persona. Amiga de sus enemigos y enemiga de los demás. Te quedan cuatro minutos para demostrarme que no, que sí. La batería dice que está muriendo. ¿La pesadilla convertida en sueño se volverá realidad? Miss Déjameescribirconunpocomásdebateríaotrodía.

Día ciento veinticuatro.

Un ángel me dijo que me iba a querer mil veces hasta que llegase mi número de la suerte y me hizo volar en un mundo de nubes acorazonadas con forma de dulce francés. Me querría una vez y media al día. Esperé con ansia, sin poder dormir, la primera y aún... Me estás matando sin decir ni mú. And you know it. Y lo que siento en el pecho no es dolor ni es locura. No es que quiera esos bonitos zapatos de dos cuarenta y nueve. Ni ese feo anillo de precio desorbitado (aunque no sean unos ojos). Dame ocho letras y déjame jugar con ellas que con eso me conformo (y un beso en el cuello cada mañana). No quiero más. ¿Qué tiene la Zarzamora? Ni el alcohol hizo que pudieses mentirme con dos palabras. Miss S. Criminal*

Día ciento veintitrés.

[17 - Ag] Ayer vino la mariposa a mis sueños y me dijo que ella no quería morir... ¡Maldita mariposa caprichosa! ¡Qué imbécil eres! ¡Y qué loca! No pasa ya nada si os tengo firmadas en la mano, pequeñas. Ya sois mías y nadie nos puede... ya te veo luego más tarde si quieres, pero acuérdate de no hablarme de ogros porque me asusto y me da por correr. Y no me · y no me digas que no. ¿Y quién es él? Pero si ya no se quién soy yo. ¿Cómo voy a saber... ? Y normal que luego me llamen loca si es lo que soy. Loca más que loca, como la mariposa muerta por ¿obsesión? . Enamorarte no es olvidarte cuando salgas de fiesta... (eso digamos que es una reflexión que no me toca ni de lado, sobre los amores de gente que me rodea [sin revolverse]). -·- [23 - Ag] Y no era tu sombra la que me seguía, era la mía. ¿Se deshace alguna vez el hielo al rozar tu piel? Y llámame cruel, dime que estoy loca, en el fondo todos lo estamos y todos necesitamos que nos LO digan. -·- [Hoy] Sabed todos que la tan temida &qu

Día ciento veintidós.

El amor enjoyado me repugna. Porque si dejo volar el amor de mis puños... no respondo. Amor total firmado con gotitas de sangre... Que no me cieguen los tangos porque las cosas no son así. No todas son prostitutas vendiendo sus cuerpos en la noche, no se están poniendo en venta bajo la luz roja al refugio de la oscuridad. Demasiada importancia para demasiadas tonterías... blablablá. Sabe a gloria el mar y a sal el Sol y yo me pierdo en la dulce noche lamiendo una Luna de miel. Y, ¿qué más da que no sepas abrir una puerta cuando las ventanas están abiertas? Cuestión de no creer en la suerte y tener tres kilos en casa. No te preocupes, a nadie le importan tus victorias, sólo te preguntarán por las miserias, pero no te preocupes. Podrás arrancar la Luna del cielo para llamar la atención pero ellos sólo verán que, del esfuerzo, te sangran las manos. No intentes llamar la atención contando lo bien que te va cazando mariposas. Ellos sólo se alimentan de tus miserias (sobretodo de lo mal que

Día ciento veintiuno.

Como el mar a las ballenas. Y gundesmontir si todos los días son así, por la calle de la amargura... Y cállate que me desconcentras y no sé qué decir a parte de "espera"... O échame con disimulo. No me mires que me da... Right here. Let me see your heart is not grey. Se paró el tiempo sin que me diese cuenta. Y los rayos de Sol bailaron a nuestro alrededor para perderse en la noche. Y la mariposa que hace que se pierdan los niños, me hizo perderme a mí. Mariposas violeteadas... Horror y no poder decir que no quiero, porque sería mentira. Y siguen allí donde habita el olvido, volando alrededor del corazón de los que no quieren querer. Nos siguen allí donde podemos volar sin alas si nos lo proponemos. Sin alas pero alados. Filosofando desnuda sobre nubes de hormigón. Y mañana se acabará el baile de máscaras, ya está bien de esconderme, estoy harta de tener miedo a tener miedo cuando lo peor es encontrarse conmigo. Mañana las máscaras serán historia y tendrás que despegarte de m

Día ciento veinte.

"Me da igual lo que digas, sólo quiero arrancarte el corazón y comérmelo." Me lo dijo a la cara, sin dudar porque había ido a buscarle, a enfrentarme con él. Y me quedaré sin aire y vendrán volando las palomas a por mí. Y mis brazos se convertirán en alas si me dices que te vas. Un sueño entre las nubes y un viaje de ida sin pagar. Llévame donde me pueda esconder del tiempo en un bolsillo junto a un reloj de pared desmontado gritando improperios en la noche porque me gusta perder la cabeza de vez en cuando. Déjame viajar a Febrero para poder escribir lo que quiero. Déjame viajar en el tiempo otra vez y detenerlo y que no pasen los años, que sólo pasen los segundos y déjame un segundo a tu lado hasta que te canses de mí. Si en realidad todo pasa y nada queda presente, el presente es el pasado. Efímero. Y mañana me dirás que me dijiste que no sabías saber querer y querías querer saber y cualquier día me crecerán los dedos y aprenderé a tocar el violoncelo, pero hasta entonces m

Día ciento diecinueve.

En el siglo diecinueve me siento a veces. Entre los árboles puedo distinguir una sombra que me persigue, sigo sabiendo que todo esto es un sueño, pero quiero llegar hasta el final, quiero saber qué es lo que me está siguiendo. La Rubia se ha quedado hoy en el Infierno, dice que ya le tocan los seis meses allí (¡la que lió su madre, leches!). Odio sudar y estoy corriendo bañada en sudor. "¡Estoy cansada de huir de ti!". Me doy la vuelta y voy a correr hasta que mis pulmones amenacen con salirse por mi boca. Hoy voy a perseguir a mis temores y a luchar con ellos. No quiero más mosquitos en mi vida, no quiero más vampiros. Quiero olvidarme de todos vosotros y mañana volver a verme reflejada en una pantalla de gundesmontir. Sigo corriendo, pensando en que ya estoy casi, estoy a punto... Y apunto... maneras para morir. Siempre que quiero luchar contra mis temores viene alguien a matarlos y me mata. Miss Llenita.

Día ciento dieciocho.

Por la carretera que conduce al Infierno. Cogidas de la mano y aguantando la tempestad. La lluvia me cae por la cara y baña todo mi cuerpo. Silencio. Sólo hay oscuridad, pero no tenemos miedo. Sé que al final me espera una negra de ciento veinticinco. Y cuando consiga llegar a ella podremos huír de todo lo demás. Silencio. Y una sonrisa en esta oscuridad. No tengo miedo, quiero creer que no tengo miedo. Pero alguien parece que nos sigue. ¿De dónde salen esas voces? No hay nada allí, no hay nada que nos espere más que la negra preparada para volar. Pero detrás de nosotras sí que hay alguien, alguien que no sabe qué quiere. Nos persiguen el dolor, la envidia, la vergüenza y la venganza. Las drogas se han quedado atrás. ¡Rubia! ¡Corre! Vamos a refugiarnos al Hotel California. De pronto un sueño despierta entre las sombras de la memoria, era simplemente eso, un sueño. Y te despiertas, empapada en sudor. No, vuelvo a estar allí, detrás del hotel, en la piscina. El agua parece cristalina, pe

Día ciento diecisiete.

No he perdido el norte, ya no me encuentro ni el sur. Estoy con los pies en la cabecera de la cama y con la cabeza en las nubes. No puede ser que mi mente no sepa volar, no puede ser porque tengo vértigo. Cada palabra me hace sonreír. Y me encuentro hoy en un estado de felicidad acompañado con cara de tonta (más de lo habitual). No me quieras ver cuando no quiero. Pero quiéreme cuando menos me lo espere y me harás llorar. Un momento, si ya no sé lo que es llorar. Hace tantísimo tiempo que no derramo una lágrima con la frecuencia con la que lo hacía antes. ¿Cómo se hacía? Me duelen los ojos, de la luz, pero me da igual. Es bueno sufrir si sacas algo de ello, como aprender que todo lo que... no... Bien. Lo mejor es insultar. Sólo hablo en uno de mis posts de un bosque, la verdad es que me encantan los insultos de mercadillo. Espero, por lo menos, que los míos tengan un poco más de gracia, licenciado. Lo voy a dejar porque no me quiero reír más, además se me acaban los recursos para insul

Día ciento dieciséis.

"A ti me encomiendo en esta difícil..." Yo no soy ningún tipo de pastor, ni lo quiero ser, sólo quiero llegar a ser y dejar de ser. Como los tres tragos de té. El primero amargo como la vida, el segundo intermedio como el amor y el tercero dulce como la muerte. Pásame el azúcar, graciarl. Sufro demasiados trastornos, la verdad, pero es horrible ser tan hipocondríaca. Menos mal que me hago cuidar. ¿Cuatro estrellas? Eso casi me hace llorar, la verdad. Se llama felicidad, no sé quién lo ha hecho, pero gracias. Y muchas gracias más para ti, gracioso. Mañana también podría ser un día distinto si despierto con alas, rodeada de plumas. ¿Blancas o negras? El destino está ahí, está la decisión de si ser o no ser, de vivir o no vivir. Mañana me cuentas todo con más detalle Destino, porque hoy no puedo más. Creo que no puedo dejar de. Y prefiero que. Y mañana, cuando hable con el Destino me dirá de qué voy a morir y cuándo. A partir de entonces, mi vida será una travesía hacia el final

Día ciento quince.

[Sou asixe mia kalitery ankalia.] (No, no puedo, lo sientorl.) Lo prohibido no es que sea tentador, es que es lo único que nos llama. ¡Ay! Si te janderpagüer... Algún día se me cae la cabeza en un contenedor y luego me acuerdo de ella de camino a... Creo que mi mundo dejó de ser mundo hace mucho tiempo, ahora sólo es un conglomerado de sentimientos sentidos por la misma estúpida sentimental, a veces, sólo una cosita me empuja a escribir y. Cuando las frases acaban en punto, mal asunto. No me gusta que me corrijan, pero me encanta. (s). Porque puedo aprender cada día. Bien, enegésimo no existe señora y enésimo no es once. Pero, es genial. Siguiendo a lo que seguíamos. ¡Cómo odio odiar de oídas! Y me corto los dedos, me corto los dedos por Lolita, por tonta, por imbécil y por no matar con palabras a alguien que no sabe vestir. Me corto los dedos por no degollar con el teclado. Me los corto y acabaré teniendo que cortarme la lengua, pero después de arrancarme los ojos si vuelvo a verte co

Día ciento catorce.

Na-na-na-ná, na-na-na-ná, ná. Es demasiado tarde para cambiar, claro. Y yo quiero fumarme el Sol, bajo una Luna de media tarde a la orilla del mar en llamas en una mañana estrellada. No nos olvidemos de las estrellas fugaces que tan importantes son en estos casos. A mí ventana ya no llaman, está siempre abierta. Ya ni si quiera llego tarde a casa, es que ni llego. No puede ser. No he perdido el tiempo en vano, no he perdido el tiempo. Lo he malgastado. Pero también me han cantado canciones de amor en la Punta del Parque a la luz de las estrellas y con los pajaritos cantando. Mañana puede ser el primer día de tu nueva vida si te lo propones. Y sí, lo puede ser. No matter what. Y yo seguiré a lo mío, intentando no llegar tarde a casi todos los sitios, rezando para que pase algo que me impida cumplir los veinte (true story) y demás cosas que me hacen especial (como a cada uno de vosotros, o sea, que vaya especialidad). Sorpréndete con lo que no querías admitir, con lo que no querías saber

Día ciento trece.

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Sólo porque tengas algo para leer. Hoy me he dedicado dos horas (más o menos más) a jugar con este precioso programa de retoqueteo. Y sí, me enamoré de una tablita, pero telita la tablita. Tal vez esto lo hizo el destino, o no. Lo único que sé es que mañana no trabajo (mañana dice) y que tengo muchas cosas que hacer: peinar unicornios, esquivar tricornios, encontrar una cornucopia... No puede ser, siempre pensando en lo mismo. Necesito un tapón para mi pequeña botella de problemas... Para que no escapen, tengo un corcho aquí mismo, pero el corcho flota... y mi botella de problemas está llena de lágrimas, no creo que sirva, podría acabar flotando en un charco de miseria y desgana. A su lado posa siempre una Rubia Mexicana y al otro lado, una Rubia con aires de pitufo y ganas de fiesta veinticuatro horas. ¿Por qué nunca seré capaz de aprenderme todos los colores del Arco Iris? Supongo que mientras lo estoy mirando sólo me da tiempo a pensar en todo lo que me estoy perdiendo por estar mir

Día ciento doce.

Cierra los ojos. Cadena de tontos. Y un día encuentras diarios de hace años y te hacen sonreír todas las tonterías que eran lo más importante para ti en aquellos tiempos de pavo real. Real más que Juancar. En este momento un sigiloso grupo de hombres vestidos de negro están derribando la puerta de mi casa para romperme el cuello. No puede ser verdad. "Bajé las escaleras para abrir la puerta como en medio segundo, no es que mi casa fuese un palacete pero tampoco tenía treinta metros cuadrados. Cuando llegué al recibidor, reconocí un olor que no ero lo que se dice exactamente dulce pero que me hacía la boca agua. La abrí. Frente a mí apareció el ser más asqueroso que había visto nunca. Un hombre en apariencia, al menos. De piel más que pálida, los labios casi morados y una mirada sangrienta. Sus ojos estaban bañados en sangre al igual que yo lo habría estado en sudor si no hubiese estado muerta. En lo que se tarda en decir 'bú' tenía a Eneko cogiéndome de los hombros. Y ya s

Día ciento once.

Centoundici. "Sono la tarantola d' Africa", Tiziano Ferro. Miércoles 8 de Julio, mi día de San Juan. Día de hogueras controladas. Día de quemar mensajes de hace años. Quemar todo lo que me recuerde que un día fui Lafayette en un basement. Todo lo que me haga volver la vista atrás para encontrarme de frente a un muro. Sí, libertad o muerte. Felicidades. Prefiero no saber. Y sábado de troquelación. Hay quién piensa que cuando te haces un pendiente en el ombligo se escapa la energía positiva de tu cuerpo, ya que ahí está nuestro centro (yo lo respeto, hay gente que dice que el hombre viene del barro y es casi peor, porque estos nos cobran a todos desde hace siglos), espero que ahora se me vaya toda la energía negativa. Lo que me quede de mujer. Supongo que, después de todo, no está bien nada de nada. El texto de hoy viene reciclado de hace un "poquito", con algún trozo de canciones. And I wander like a dead in a memory of a light that one day shined. What am I supo

Día ciento diez.

A mí qué más me da, si me gusta el ron con cola. El tequila con limón, las rubias con guaraná y el vino con absenta. Quemando sudaderas para exprimir los malos recuerdos, para quemar el dolor que me ataca en los momentos de angustia. Condensa el odio en energía y revienta algún azulejo de un baño público. Que me come el rencor por los pies. Y nunca never. A mí... a mí me da de más. De más demasiado. Dime qué me das. ¿Qué me estás dando? Me estoy volviendo loca. Miss Breaking*

Día ciento nueve.

Deja que mis dedos se deslicen por tu plástica y pálida piel, deja que presionen poco a poco sobre cada una de tus teclas, deja que se vuelvan eufóricos ante la llegada de la firma final. Deja que bailen a su ritmo toqueteándote. Déjalos libres y déjalos volar que yo te dejo que me mires cada día durante horas sin rechistarte, que puedes verme cada día quitarme la ropa y volver a vestirme más tarde. Que me ves dormir. Me ves soñar, reír y llorar (parece que ya menos, parece que ya nada, perdón). Mi compañero silencioso y frío, líquidamente hablando, aunque no seas un granizadodefresaconvodkanegrodebilletedecincoconvueltadeuno. [Quince minutos más tarde] Perdón, me he entretenido con mis piernas. Aunque sólo seas mi ordenador. Hay veces en la vida en las que no sabemos cómo denominar algo. Cuando desconocemos el nombre de cualquier cosa. En esos momentos, siempre queremos saber. Pero, también puede suceder que no queramos poner nombres. Que el silencio valga para nombrar lo que queremos

Día ciento ocho.

Hoy el Mundo se ha despertado envuelto en llanto, ¿dónde están aquellas libretas que tanto dicen de mí? Creo que hay que aprender a ser feliz y a vivir con las pequeñas cosas de cada día... Descubrir un nuevo palíndromo. Encontrar trozos de canciones anglosajonas que suenen a castellano. Pensar que has visto algo que no has visto realmente, pero dar la vuelta para investigar. Y llegar a tu destino en el tiempo que dura una de las mejores canciones de la Historia. Y, ¿qué más da? Llegar a viejo sin arrepentirte de lo que hiciste o de lo que te dejaste por hacer. Y acoger perritos. No estoy muy inspirada hoy. Ha sido un duro día duro. Miss Japiberzdeituyu*

Día ciento siete.

No te lo pongas en las piernas que me quema. Escribo desde el interior de una nube con color, sabor y olor. Escribo desde una cárcel abierta. Un libro cerrado y una ventana entornada como una puerta. Escribo desde mi pasión. Desde que tengo memoria. Y escribo sin pensar en lo que escribo. No quiero. Todo el mundo tiene percances. Todo el mundo tiene un Cielo a su imagen y semejanza, sólo hay que descubrirlo. Pero también, todos tenemos un Infierno, mucho más fácil de encontrar. Mi cárcel es mi cuerpo, aunque puedo evadirme tan rápidamente como decir veintidós. Puedo volar cuando quiera, siempre que la ventana esté abierta (y ya no hablo sólo de la mía). Puedo imaginar ser peluquera de tus rizos perfectos. Caries que se pasea por tus ebúrneos dientes para después deshacerse en un baño de espuma, dentífrico y enjuague bucal. Puedo ser lo más escatológico llevado a lo divino (ambas acepciones están bien, me quedo con la segunda, sin embargo). Puedo convertir el oro en pan, la mirra en vin

Día ciento seis.

Mamá, mamá, que en el colegio me quieren pegar. Bien. Cuando piensas que has visto todo lo que tenías que ver, viene un ser alado y te quita la venda de los ojos. Y ¡adiós! Ni canasta, ni cesta, ni balón blanco dando botes. No hay nada. Sólo la sorpresa de encontrar a gente tan sumamente bizarra a estas horas de la vida. Cuatro días. Y llevo dos amenazada en diversos medios. Bien. Me gusta ser el centro de vuestro universo. ¡Arriba el Paocentrismo! Mañana más, mañana mejor. Mañana me como un caracol y me acuerdo de las noches que he pasado mirando a las estrellas sin parpadear. Nunca volveré a ver una uve de patos. Está clarísimo. Pero, no moriré sin verla. Dicen mis amigos que perro ladrador... Yorkshire por naturaleza, natísimamente. Nato. (Y la nata que vuelve, tan ricamente se pasea a sus anchas por los escotes.) Que al revés es Otan. (Sí. He dicho exactamente eso.) Y claro, si puedo decir que no soy creyente, que no me creo lo que veo, que sólo me creo lo que toco... pues hasta qu

Día ciento cinco.

Ché, cuéntale a tu mamá que soy la reina de las cantinas cada noche. Dile que no se asuste si abre la puerta de tu habitación y estoy allí. Es bueno acostumbrarse a la oscuridad cada día (mentira), pero necesito luz (verdad). Mucha luz y fuegos artificiales y cositas de colores con olorbor a fresa. Bien. Dile a tu mamá que mañana será otro día y que la vida son dos días y que día a día se aprende más que en el colegio privado en el que estudiaste. Dile que también tengo sentimientos aunque ella quiera aplastarlos con su gran matamoscas. No caces mosquitos porque son de todo (lo que más, peligrosos) y no te dejes engañar por esas bonitas náyades que siempre van desnudas. No hagas caso de los cantos de las sirenas porque no llevan a ninguna parte. Lo único que tienes que saber es lo que quieres. Lo que quieres aunque no quieras quererlo para saber por dónde pillar al toro. Dile a mamá que a veces me duelen las rodillas de suplicar perdón. Dile que me encanta fumar cachimbas, una detrás d

Día ciento cuatro.

Lo mejor para un mal día, es desconectar. ¡Perdona! Si yo ya no tengo malos días. Es verdad, ¿"cualquier tiempo pasado fue mejor"?, hombre... si hablamos del siglo segundo antes de Cristo, a lo mejor. Pero, en fin. Que lo único que me reconconconcome por dentro es haberle sido infiel a mi tan fiel compañera de los jueves (viernesabadomigolunesmartesmiércoles). Lo siento querida, lo nuestro parece que está a poco de acabar. Muy poco. No me sienta bien salir contigo. Me dejas graves secuelas y me estás echando a perder. Por otra parte, he de confesarte que he conocido a un Moreno que... ¡menudo moreno! Cierto es que él es comparable a tres como tú y bastante más caro y más difícil de conseguir (por lo visto no nos gusta el beerreú), pero es tan dulce. Tan suave. Tan tierno y tan cariñoso y me trata ¡tan bien! Nunca una mala cara y siempre viene dispuesto a todo on the rocks. También sé que tenéis un buen amigo en común... llamémoslo "El Asiático". Y cuando os lo montá

Día ciento tres.

Ana y Mía van de la mano juntas para enfrentarse a tu cuerpo. Mal, lo estás haciendo mal. No está bien ver cosas donde no las hay. No hay que llevar el heliocentrismo por bandera, el egocentrismo tampoco. Me da igual, mi centro es mi ombligo. Obvio como el opio mismo. Lo que más le gusta a la que gente que no le gustas es verte pasándolo mal. Seas quien seas y sean quienes sean. No puede ser. No puede ser. No puedes ir por ahí como un duende robando bebidas en la madrugada y hacerme reír, ¡no! ¡Espera! ¡Esto sí que se puede! Como ponerle los cuernos a todas las Rubias, con todas las que se te ocurra. Una y otra vez la misma noche. Es genial. Y al día siguiente. Una mosca que no deja de molestar, pero me da igual. Y no quiero que me dé igual. No creo que esté bien que me dé igual. Pero ya que más me da. En fin. Sólo quiero escaparme un fin de semana y leer por el camino. Volver sabiendo que cada día descubro a alguien más que estaba ahí, que ha estado ahí siempre SONRIENDO. (No, esto ca

Día ciento dos.

-Como quieras. -Se me ha ido todo de las manos... -¿Cómo? ¿Qué significa eso? -Antes de estar aquí, ¿qué es lo último que recuerdas? Entonces fue cuando vino a mi memoria la imagen del ataúd, el terror. -¿Qué...? ¿Qué ha pasado Eneko? -Bien, antes de eso tuvimos un encuentro, digamos, un poco... salvaje. Te mordí. -Vale, me muerdes siempre, ¿y? -Pues que esta vez te mordí más, de más, es más, te mordí del todo. Aquí, mis ojos se abrieron como platos. -¡¿Cómo?! -Justo lo que estás pensando. Claro, por eso había dormido en un ataúd. -¡Un momento! ¡Esto no me cuadra! ¿Me estás diciendo que me has convertido? -Sí. -¿No se supone que toda la mierda esa de la transformación lleva su tiempo?... ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me mordiste? -¿Desde que te mordí? -Sí. -Pues... doce días. Ya eres una más. -Vale, esto es una broma, además, siento aún dolor en las manos de cuando abrí el ataúd. ¿Qué me dices a eso? -Pues que a los vampiros se nos -recalcó bien el "nos" el jodido- mata

Día ciento uno.

Sólo ves lo que tus ojos quieren ver. ¿Cómo puede ser la vida como tú quieres que sea? Estás congelado cuando tu corazón no está abierto. Estás tan consumido con todo lo que consigues. Malgastas tu tiempo con odio y arrepentimiento. Estás congelado cuando tu corazón no está abierto. [Frozen, Madonna, versión MissLess] Mas cuidado si lo abres, entonces es cuando viene el dolor seguido de lágrimas. Mañana nos toca la visita al Infierno como todos los jueves. Sí. Mañana ya toca. Ya se ha olvidado todo lo que decían sentir unos y otros. Ya da igual, la vida. La vida da igual ya. Y un día de estos a lo mejor me entero de que soy madre o he matado a alguien. ¡Ay si las miradas matasen! ¡Ay si la envidia fuese tiña! Let's spread the word. Abrí los ojos, no podía ser verdad. No veía nada. Intenté levantarme pero algo me lo impedía, era el Terror. Asustada comencé a gritar, pero de mi boca no salían más que unos leves susurros. Mi voz no era más que un murmullo en la oscuridad. ¿Dónde estab

Día cien.

Debía escribir, lo necesitaba. Mi mente se encuentra en un estado de asimilación/transición (a la vida moderna con J.B. [que es José Benedicto]). Melancolía y soledad luchando contra el placer, la ambición y la felicidad pura (esa que se ve en una "simple" sonrisa). Un no saber qué querer. Un no saber qué decir. Contar hasta cien y subir por esas escaleras que antaño me volvían loca. Oler con otro olor y que mi boca sepa a chocolate belga. Contemos hasta mil y dos mil y tres mil y hasta el ocho tumbado si es necesario hasta que nos demos cuenta de que no hay por qué contar. Si cierro los ojos, seguro que veo el Sol y no me ciega. Seguro que la Luna parece contenta hoy. Hay viento. Hay luciérnagas en la oscuridad de la noche que brillan como si fuesen simples trozos de papel reflejando la luz de una farola. Hoy no hay tormenta. No hay miedos, no, sí los hay. Pero es mejor escuchar el silencio. Escuchar una canción en silencio. No hablar. No preguntar por miedo a las respuestas

Día noventa y nueve.

¿Por qué ya no nos gusta hacer nada por nosotros mismos? Creo que hasta el "ya" me sobra. ¿Por qué a lo que aspiramos en la vida es a tener todo hecho? ¿Por qué nos quejamos por todo? ¿Por qué nos quejamos de nuestro trabajo? ¿? Soy feliz, tengo todo lo que el dinero puede comprar, todo lo que quiero. Sólo quiero éxito y fama, el resto para los demás Quiero morir rodeado de prostitutas plañideras que vayan a contar mi vida y obra para pagarse las tetas. Que hablen de tí, da igual si mal o bien, pero que hablen. Se acabaron las historias de hadas. ¿El amor? No existe, ni siquiera como reacción química. Sólo es algo que te ata a otra persona durante un tiempo para después darte cuenta de lo que todo el mundo de más de treinta sabe. Vivir es morir. Y yo prefiero morir solo en una habitación mientras alguien celebra con champagne que se ha librado de mí mientras paga al sicario. Ser historia para siempre, mejor que ser alguien más. Eso es lo que todo el mundo quiere y pocos se at

Día noventa y ocho.

Sí, está bien, lo confieso. En un principio, antes de la materia, fui un ente etéreo incorpóreo y un sin fin de redundancias metafísicas más. Y ese ente que yo fui, era de sexo masculino, hasta tenía nombre (Sergio). Pero algo ocurrió el día que me tocó ir a recoger mi cuerpo, me quedé durmiendo (eso no cambiará never ever) y cuando llegué sólo quedaba uno de mujer. ¡Mierda! Pero era uno de Agosto y ya habían empezado los dolores de mi madre, no podía esperar más et voilà! Aquí estoy, por un maldito despertador. Atrapado en un cuerpo (perfecto, por otra parte) de mujer. De ahí viene todo: fútbol, coche, Muchachadarl, el anticuchicheismo... ¡Qué complicada en la vida! ¡Hay que buscarle explicaciones a todo! Ayer hice un largo viaje. Fui del Infierno al Cielo. Realmente sólo están a un par de manzanas, pero Eva bien sabe que una manzana puede ser un mundo. El Infierno ya sabemos todos comos es (más cuando intentan derribar la puerta del baño) pero esto es otra cosa. No sé si era el Cielo

Día noventa y siete.

Déjame entrar en tu cuerpo esta noche. Ser la luz de la noche, también. Déjame ser un eclipse de Luna. Una noche negra. Déjame ver amanecer en la puerta del Infierno. Déjame gritar y salir corriendo para encontrarme con mi final. Déjame huir en dirección contraria. Déjame llorar. Gritar todo lo que quiero decir. Déjame seguir siguiendo. Déjame sola. No necesito de nadie para poder soñar mi propia fantasía. No necesito haber montado en un globo aerostático para poder describir lo que se ve desde ahí arriba. Esta noche es noche de Infierno. Es para ir a ver a las putas Rubias y acabar con cada una de ellas. Hoy morirán en mis manos. No queda nada por lo que preocuparse. No hay por qué guardar las formas. No hay por qué disimular una felicidad que no existe. Hoy ahogaré mis penas en alcohol y pienso no levantar nunca. Hoy caeré al Tártaro para acabar mis días rodeada de demonios. Sin saber por qué y descubriendo que sé toda la realidad. En este río ya no queda nada. Vamos a jugar a ciegas

Día noventa y seis.

Los corazones son como las puertas de los coches. Algunos cuesta mucho abrirlos y se abren poquito cuando lo hacen y otros, otros se abren demasiado. Close the window, do not let me in. I'm just a demon of the night. Just a whisper, a light you thought you have seen. Sólo una flor perdiendo sus pétalos uno a uno. Una mancha en la noche. Un reflejo color sorpresa. Un rapto de Europa tan fugaz como una estrella. Un adiós-hastamañana. Un dolor de madrugada. No me dejes entrar, sigo siendo malvada. Una sonrisa a medias, una mirada con los ojos cerrados. Soy el Sol de noche, la Luna de día. La brisa que corre en una habitación cerrada. Soy los besos a escondidas de dos niños pequeños en la Caverna (la oscuridad de la ignorancia). Soy una ninfea. Soy luz en la noche y locura nocturna de día. Soy Saber y soy Ignorar. El Alfa, la Omega. Alegría y Tristeza. Soy el mar azul y el negro carbón, el rojo fuego y el verde esperanza. Esperanza y soy Desasosiego. Soy el Placer. Soy y no soy y sigo

Día noventa y cinco.

A la Real Academia EJpañola Ya que te gusta tanto difamar (2. tr. Poner algo en bajo concepto y estima) para que lo vea todo el mundo, pues permíteme que yo también lo haga aunque sea sólo una vez, la última. No te he llamado, ni te voy a llamar, ya llamaré a Lorena entonces porque la camiseta esta se está muriendo de asco en mi casa. Bueno, que contigo no tengo nada que hablar, no tendré amigos desde hace tantos años como tú o no tendré amigos directamente, pero ¿tener amigos para esto? No, gracias, prefiero salir de fiesta y que si se enfadan me dejen de hablar y no me la líen de esta forma. En fin, llámame misántropa si no me gusta estar siempre con la misma gente (ah, misántropa: 1. m. y f. Persona que, por su humor tétrico, manifiesta aversión al trato humano.) o convenida o lo que quieras, de todas formas, digas lo que digas me va a dar igual. No es que me tenga que leer el diccionario porque me haya quedado sin palabras, aunque es la única frase con sentido que ha salido de to

Día noventa y cuatro.

Un demonio, una cajonera diabólica, millones de motas de polvo debajo de la cama (junto a mi pasado y mi historia), azufre... Despertar sabiendo que fue un sueño quien me dictó todo esto. De nuevo el ser feérico que vive en el Infierno debajo de mi cama es el culpable de todo esto, de mi locura nocturna. Estoy harta de los gritos de los mudos que me llaman la atención, de las miradas de los ciegos que quieren saber todo lo que hago. Estoy harta de dar explicaciones a todos los sordos que me quieren escuchar. Estoy harta del aceite, harta de ser siempre el agua. Harta de tener que estar a su servicio, señor/a. Harta de ser siempre cualquier palabra precedida por el prefijo "sub". Quiero ser ultra e ir más allá de tu comprensión, quiero intentar entrar por las ventanas de la gente y quedarme enganchada en el tendedero. Saltar por la ventana y llegar al mar. Viajar en un mar que me envuelva mientras sé que es imposible querer lo que quiero. Llegar más lejos, subir más alto. Flot