Día ciento cincuenta y dos.
Anoche tuve un sueño. Soñé que había un programa de televisión en el que las protagonistas eran unas mujeres ricas que se dedicaban a gastarse el dinero en “mirós” y vestidos caros sin importar que sus maridos tuviesen que despedir a gente de la empresa familiar para poder seguir teniendo esos caprichitos… A ese programa lo seguía otro en el que unas “chonis” enseñaban al mundo su forma de ser y presumían de no haberse leído un libro en su vida. Atormentada cambiaba de canal y encontraba un concurso en el que todos los participantes se insultaban los unos a los otros, demostrando una vez más que “Homo homini lupus [est]”. Descubría en mi sueño que el mundo estaba repleto de cámaras de televisión por todas partes: en mercadillos, burdeles, comisarías y academias de baile, ¡Dios mío! ¿A eso lo llamaban baile? Sí, una escuela de baile donde los profesores obligaban a sus alumnos a bailar lo más ligeros de ropa que el horario de emisión permitía, creando coreografías explícitas y todo...