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Mostrando entradas de julio, 2009

Día ciento diecinueve.

En el siglo diecinueve me siento a veces. Entre los árboles puedo distinguir una sombra que me persigue, sigo sabiendo que todo esto es un sueño, pero quiero llegar hasta el final, quiero saber qué es lo que me está siguiendo. La Rubia se ha quedado hoy en el Infierno, dice que ya le tocan los seis meses allí (¡la que lió su madre, leches!). Odio sudar y estoy corriendo bañada en sudor. "¡Estoy cansada de huir de ti!". Me doy la vuelta y voy a correr hasta que mis pulmones amenacen con salirse por mi boca. Hoy voy a perseguir a mis temores y a luchar con ellos. No quiero más mosquitos en mi vida, no quiero más vampiros. Quiero olvidarme de todos vosotros y mañana volver a verme reflejada en una pantalla de gundesmontir. Sigo corriendo, pensando en que ya estoy casi, estoy a punto... Y apunto... maneras para morir. Siempre que quiero luchar contra mis temores viene alguien a matarlos y me mata. Miss Llenita.

Día ciento dieciocho.

Por la carretera que conduce al Infierno. Cogidas de la mano y aguantando la tempestad. La lluvia me cae por la cara y baña todo mi cuerpo. Silencio. Sólo hay oscuridad, pero no tenemos miedo. Sé que al final me espera una negra de ciento veinticinco. Y cuando consiga llegar a ella podremos huír de todo lo demás. Silencio. Y una sonrisa en esta oscuridad. No tengo miedo, quiero creer que no tengo miedo. Pero alguien parece que nos sigue. ¿De dónde salen esas voces? No hay nada allí, no hay nada que nos espere más que la negra preparada para volar. Pero detrás de nosotras sí que hay alguien, alguien que no sabe qué quiere. Nos persiguen el dolor, la envidia, la vergüenza y la venganza. Las drogas se han quedado atrás. ¡Rubia! ¡Corre! Vamos a refugiarnos al Hotel California. De pronto un sueño despierta entre las sombras de la memoria, era simplemente eso, un sueño. Y te despiertas, empapada en sudor. No, vuelvo a estar allí, detrás del hotel, en la piscina. El agua parece cristalina, pe

Día ciento diecisiete.

No he perdido el norte, ya no me encuentro ni el sur. Estoy con los pies en la cabecera de la cama y con la cabeza en las nubes. No puede ser que mi mente no sepa volar, no puede ser porque tengo vértigo. Cada palabra me hace sonreír. Y me encuentro hoy en un estado de felicidad acompañado con cara de tonta (más de lo habitual). No me quieras ver cuando no quiero. Pero quiéreme cuando menos me lo espere y me harás llorar. Un momento, si ya no sé lo que es llorar. Hace tantísimo tiempo que no derramo una lágrima con la frecuencia con la que lo hacía antes. ¿Cómo se hacía? Me duelen los ojos, de la luz, pero me da igual. Es bueno sufrir si sacas algo de ello, como aprender que todo lo que... no... Bien. Lo mejor es insultar. Sólo hablo en uno de mis posts de un bosque, la verdad es que me encantan los insultos de mercadillo. Espero, por lo menos, que los míos tengan un poco más de gracia, licenciado. Lo voy a dejar porque no me quiero reír más, además se me acaban los recursos para insul

Día ciento dieciséis.

"A ti me encomiendo en esta difícil..." Yo no soy ningún tipo de pastor, ni lo quiero ser, sólo quiero llegar a ser y dejar de ser. Como los tres tragos de té. El primero amargo como la vida, el segundo intermedio como el amor y el tercero dulce como la muerte. Pásame el azúcar, graciarl. Sufro demasiados trastornos, la verdad, pero es horrible ser tan hipocondríaca. Menos mal que me hago cuidar. ¿Cuatro estrellas? Eso casi me hace llorar, la verdad. Se llama felicidad, no sé quién lo ha hecho, pero gracias. Y muchas gracias más para ti, gracioso. Mañana también podría ser un día distinto si despierto con alas, rodeada de plumas. ¿Blancas o negras? El destino está ahí, está la decisión de si ser o no ser, de vivir o no vivir. Mañana me cuentas todo con más detalle Destino, porque hoy no puedo más. Creo que no puedo dejar de. Y prefiero que. Y mañana, cuando hable con el Destino me dirá de qué voy a morir y cuándo. A partir de entonces, mi vida será una travesía hacia el final

Día ciento quince.

[Sou asixe mia kalitery ankalia.] (No, no puedo, lo sientorl.) Lo prohibido no es que sea tentador, es que es lo único que nos llama. ¡Ay! Si te janderpagüer... Algún día se me cae la cabeza en un contenedor y luego me acuerdo de ella de camino a... Creo que mi mundo dejó de ser mundo hace mucho tiempo, ahora sólo es un conglomerado de sentimientos sentidos por la misma estúpida sentimental, a veces, sólo una cosita me empuja a escribir y. Cuando las frases acaban en punto, mal asunto. No me gusta que me corrijan, pero me encanta. (s). Porque puedo aprender cada día. Bien, enegésimo no existe señora y enésimo no es once. Pero, es genial. Siguiendo a lo que seguíamos. ¡Cómo odio odiar de oídas! Y me corto los dedos, me corto los dedos por Lolita, por tonta, por imbécil y por no matar con palabras a alguien que no sabe vestir. Me corto los dedos por no degollar con el teclado. Me los corto y acabaré teniendo que cortarme la lengua, pero después de arrancarme los ojos si vuelvo a verte co

Día ciento catorce.

Na-na-na-ná, na-na-na-ná, ná. Es demasiado tarde para cambiar, claro. Y yo quiero fumarme el Sol, bajo una Luna de media tarde a la orilla del mar en llamas en una mañana estrellada. No nos olvidemos de las estrellas fugaces que tan importantes son en estos casos. A mí ventana ya no llaman, está siempre abierta. Ya ni si quiera llego tarde a casa, es que ni llego. No puede ser. No he perdido el tiempo en vano, no he perdido el tiempo. Lo he malgastado. Pero también me han cantado canciones de amor en la Punta del Parque a la luz de las estrellas y con los pajaritos cantando. Mañana puede ser el primer día de tu nueva vida si te lo propones. Y sí, lo puede ser. No matter what. Y yo seguiré a lo mío, intentando no llegar tarde a casi todos los sitios, rezando para que pase algo que me impida cumplir los veinte (true story) y demás cosas que me hacen especial (como a cada uno de vosotros, o sea, que vaya especialidad). Sorpréndete con lo que no querías admitir, con lo que no querías saber

Día ciento trece.

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Sólo porque tengas algo para leer. Hoy me he dedicado dos horas (más o menos más) a jugar con este precioso programa de retoqueteo. Y sí, me enamoré de una tablita, pero telita la tablita. Tal vez esto lo hizo el destino, o no. Lo único que sé es que mañana no trabajo (mañana dice) y que tengo muchas cosas que hacer: peinar unicornios, esquivar tricornios, encontrar una cornucopia... No puede ser, siempre pensando en lo mismo. Necesito un tapón para mi pequeña botella de problemas... Para que no escapen, tengo un corcho aquí mismo, pero el corcho flota... y mi botella de problemas está llena de lágrimas, no creo que sirva, podría acabar flotando en un charco de miseria y desgana. A su lado posa siempre una Rubia Mexicana y al otro lado, una Rubia con aires de pitufo y ganas de fiesta veinticuatro horas. ¿Por qué nunca seré capaz de aprenderme todos los colores del Arco Iris? Supongo que mientras lo estoy mirando sólo me da tiempo a pensar en todo lo que me estoy perdiendo por estar mir

Día ciento doce.

Cierra los ojos. Cadena de tontos. Y un día encuentras diarios de hace años y te hacen sonreír todas las tonterías que eran lo más importante para ti en aquellos tiempos de pavo real. Real más que Juancar. En este momento un sigiloso grupo de hombres vestidos de negro están derribando la puerta de mi casa para romperme el cuello. No puede ser verdad. "Bajé las escaleras para abrir la puerta como en medio segundo, no es que mi casa fuese un palacete pero tampoco tenía treinta metros cuadrados. Cuando llegué al recibidor, reconocí un olor que no ero lo que se dice exactamente dulce pero que me hacía la boca agua. La abrí. Frente a mí apareció el ser más asqueroso que había visto nunca. Un hombre en apariencia, al menos. De piel más que pálida, los labios casi morados y una mirada sangrienta. Sus ojos estaban bañados en sangre al igual que yo lo habría estado en sudor si no hubiese estado muerta. En lo que se tarda en decir 'bú' tenía a Eneko cogiéndome de los hombros. Y ya s

Día ciento once.

Centoundici. "Sono la tarantola d' Africa", Tiziano Ferro. Miércoles 8 de Julio, mi día de San Juan. Día de hogueras controladas. Día de quemar mensajes de hace años. Quemar todo lo que me recuerde que un día fui Lafayette en un basement. Todo lo que me haga volver la vista atrás para encontrarme de frente a un muro. Sí, libertad o muerte. Felicidades. Prefiero no saber. Y sábado de troquelación. Hay quién piensa que cuando te haces un pendiente en el ombligo se escapa la energía positiva de tu cuerpo, ya que ahí está nuestro centro (yo lo respeto, hay gente que dice que el hombre viene del barro y es casi peor, porque estos nos cobran a todos desde hace siglos), espero que ahora se me vaya toda la energía negativa. Lo que me quede de mujer. Supongo que, después de todo, no está bien nada de nada. El texto de hoy viene reciclado de hace un "poquito", con algún trozo de canciones. And I wander like a dead in a memory of a light that one day shined. What am I supo

Día ciento diez.

A mí qué más me da, si me gusta el ron con cola. El tequila con limón, las rubias con guaraná y el vino con absenta. Quemando sudaderas para exprimir los malos recuerdos, para quemar el dolor que me ataca en los momentos de angustia. Condensa el odio en energía y revienta algún azulejo de un baño público. Que me come el rencor por los pies. Y nunca never. A mí... a mí me da de más. De más demasiado. Dime qué me das. ¿Qué me estás dando? Me estoy volviendo loca. Miss Breaking*

Día ciento nueve.

Deja que mis dedos se deslicen por tu plástica y pálida piel, deja que presionen poco a poco sobre cada una de tus teclas, deja que se vuelvan eufóricos ante la llegada de la firma final. Deja que bailen a su ritmo toqueteándote. Déjalos libres y déjalos volar que yo te dejo que me mires cada día durante horas sin rechistarte, que puedes verme cada día quitarme la ropa y volver a vestirme más tarde. Que me ves dormir. Me ves soñar, reír y llorar (parece que ya menos, parece que ya nada, perdón). Mi compañero silencioso y frío, líquidamente hablando, aunque no seas un granizadodefresaconvodkanegrodebilletedecincoconvueltadeuno. [Quince minutos más tarde] Perdón, me he entretenido con mis piernas. Aunque sólo seas mi ordenador. Hay veces en la vida en las que no sabemos cómo denominar algo. Cuando desconocemos el nombre de cualquier cosa. En esos momentos, siempre queremos saber. Pero, también puede suceder que no queramos poner nombres. Que el silencio valga para nombrar lo que queremos

Día ciento ocho.

Hoy el Mundo se ha despertado envuelto en llanto, ¿dónde están aquellas libretas que tanto dicen de mí? Creo que hay que aprender a ser feliz y a vivir con las pequeñas cosas de cada día... Descubrir un nuevo palíndromo. Encontrar trozos de canciones anglosajonas que suenen a castellano. Pensar que has visto algo que no has visto realmente, pero dar la vuelta para investigar. Y llegar a tu destino en el tiempo que dura una de las mejores canciones de la Historia. Y, ¿qué más da? Llegar a viejo sin arrepentirte de lo que hiciste o de lo que te dejaste por hacer. Y acoger perritos. No estoy muy inspirada hoy. Ha sido un duro día duro. Miss Japiberzdeituyu*