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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Día ciento ochenta y cuatro.

Hoy hace diez años que me regalaste el primer te quiero. Y varios meses desde el último. Hoy no me quedan toallas limpias sobre las que llorar porque te las quedaste todas para tu colección. En esa última que te llevaste se quedó enganchado mi corazón y ya no ha vuelto. Así que hoy lo único que me late es la cabeza. De todos modos, también me quedé sin lágrimas hace semanas. Ahora está lloviendo. ¿Qué más da, no?  Volvíamos de un cumpleaños, estábamos debajo del piso de mi madre. Bueno, voy a subirme. Ah, no sabes lo que me ha pasado hoy. Resulta que y aquí empecé a contarte cualquier anécdota estúpida de las que solíamos contarnos. Tú me mirabas raro pero no le quise dar importancia. Estabas sentado en el asiento del conductor, mirándome, apoyado con un brazo en el volante y el otro en el reposacabezas y no estabas cómodo, algo te incomodaba, no parecía ser algo simplemente postural. Y entonces, mientras yo te contaba cualquier chorrada de la que hoy ya no nos reiríamos, me lo di