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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Día doscientos quince.

Seguí andando porque pensaba que sabía el camino. Pero no lo sabía. Me habían cambiado la ruta, las señales y el destino  en un cerrar de ojos.  No me había dado cuenta...  ¡Es que no lo sabía! Así que seguí andando.  Y anduve                    anduve                                   anduve. Llegué a unas escaleras y las bajé.  Llegué a un puente y lo crucé.  Llegué a una puerta y llamé.  Llegué y me grabé el mensaje bajo la piel.  Y allí de pie, con los brazos abiertos,  con la piel cayendo a tiras, me entregué.