Día ciento noventa y uno.

Y parecía que iba a aparecer en cualquier momento.

Me duelen los riñones de reírme si es que eso es posible o una razón. Los pies no porque ya paso tanto de todo que ni tacones si no me apetecen. No. No recordaba nunca una situación similar en la que me hubieran hecho caso y, joder, qué bueno volver a sentirse querida. ¿Volver? Nah, volver no.

Y aunque me he reído y me las he bailado todas y aunque he hablado y no me he dejado nada por contar, pensaba que, en cualquier momento, iba a aparecer. Madre mía la estupidez, qué bien me está viniendo. Me siento un poco como en el instituto de nuevo, como si volviera a estudiar a Platón pero otra vez pasando de la caverna para centrarnos en la falta de reciprocidad. De verdad, qué bien me está viniendo tener algo que no significa nada para poder tapar todo lo que significa demasiado. Otra vez, que te juro, que pensaba que iba a aparecer en cualquier momento.

Y que sí, que la única forma de dormir por las noches es pensar en esa imagen. En una sonrisa. ¿Os parece normal? Porque a mí no pero sí. Es un poco disappointed but not surprised. Es como la letra de todas las canciones que me quedan por escuchar. Es un poco tonto pero es que me da igual. Es un poco así, asá, como la vida.

Y, en serio, que yo pensaba que iba a aparecer y me iba a morir allí mismo mil veces y media. Ea.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Día doscientos doce.

Día ciento veintisiete.

Día quince.