Día ciento noventa y ocho.

Que vuelves a ser la que sobra. Que no importa. Que no duele, que no ve. Vuelves a estar a todas y de vuelta. Calla. 

Ninguna madre te quiere ya para su hijo. Ni te toca la nieve ya pese a la tormenta continua. El cambio climático, interno, dicen. Que se callen ellos también. 

Te cantaban un día, hace años, pero te dio igual y hoy cantas en silencio y a oscuras y bailando te echas en la cama y cierras los ojos y, bueno, tampoco pides más. Cuánta mentira.

Y le ruegas con tu mirada un abrazo, aunque haya una pandemia, y aunque él no te haya escuchado, te lo da. 

Y se deshace la nieve. 

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