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Mostrando entradas de abril, 2021

Día doscientos cuatro.

Se creen que no veo cómo me miran con esas caras de "qué pena, sí por lo menos fuera más joven". Pero me sobra juventud y me sobra vejez. Me sobran y me faltan ganas de vivir, todo a la vez. Me duele la ironía de ponerme encaje cada miércoles para que nadie lo rompa ni lo arranque. Qué sé yo, dicen que la esperanza nunca se pierde. ¿O que era lo último? No, no, espera, ¿qué era lo último? Siempre he sido muy de ahorcados y luego de ruletas, pero estoy ya tan cansada de este girar, ¿cuándo se acaba? ¿Llegará el día en el que nada pase y que al final por pasar acabaré nadando? Bah. La nada. Qué ganas de ahogarme, de hundirme, qué ganas de flotar en tus ojos otra vez. Bueno, acaso la primera en realidad. De que me mires como a una diosa, que fundes una religión basada en mí, no se comerá pescado los viernes por mandato divino, menos el salmón y solo en pizza con queso de cabra.  Ay, la hostia.