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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Día ciento ochenta y siete.

No te parezcas a mí, por favor. Que me abro antes de tiempo y cuento tanto todo que todo el mundo pierde el interés en seguir investigando.  No te parezcas a mí, que me arrastro detrás de todo el mundo. No te parezcas a mí.  Hubo un tiempo que estaba tan rodeada de dioses que parecía que frecuentara el Olimpo. Y a todos rechacé. Hoy me pregunto qué habría pasado si ya todo da igual, ¿y si hubiera dicho que sí? ¿Y si hubiera vivido? ¿Y si me hubiera dado cuenta de todo antes? ¿Seguiría siendo así o flotaría a un metro sobre el suelo? We'll never know.  Aunque estoy muerta por dentro desde hace meses, si que sentí ese pellizquito casi sordo, un minúsculo latido, un ínfimo revoloteo tras un cruce de miradas eléctrico que me revivía por un milisegundo como si estuviera, por fin, en una camilla de hospital y el equipo médico me estuviera reanimando. Fuera. Durante un par de horas comprobé el poder de una mirada que solía revivir maniquíes y despertar a los muertos. Que hace