Día doscientos veinticuatro.

De pronto me encontraba haciendo un castillo. Un castillito de naipes de arena y cartón. Recuerdo el olor cada vez que cierro los ojos. Huele a él, huele a él. No lo vi venir. No vi venir el remolino de arena y viento que se acercaba a toda velocidad hacia ese punto justo en el que yo estaba. Me había perdido tanto en aquellos naipes, en aquel castillito. Paz. Pan. Par. Y el remolino. Era arena, pero otra arena, no era mi arena, no. Empezó por la base, la derribó y el castillito se hundió sin pensárselo ni un solo segundo. Se hundió tan rápido como se había levantado y allí me quedé yo, encogida bajo montones de cartón y más —muchos más— montones de arena. Y cal. De nuevo, ¿cuál era la buena? Se me cayó el castillito y no había nadie para verlo. Ni un solo testigo. Ni uno. No. Nada. Nain. Niet. ¿Cómo le explico yo a la gente que se me ha caído el castillito si no tengo cobertura? Y allí, de rodillas, encogidita como si aquello fuera a protegerme de algo me quedé dormida mientras lloraba. O lloré mientras me quedaba dormida, no lo sé. Se me cayó el castillito y no estabas ahí para sujetarlo, para sujetarme, para sujetarnos. Sonaron las campanas y conté doce. Pasaron dos minutos y volvieron a sonar. Otra vez fueron doce. Menos mal. Me dio tiempo a volar antes de que se apagara la luz. En la oscuridad volví a recordar el Infierno y las Rubias porque, últimamente, pienso demasiado en ellas todo el rato y a todas horas. Pero no las quiero ni ver. Ni (be)ber. Ya no soy esa. No veo pelis de la Pantoja, no lloro en una esquinita de la alfombra, no me santiguo sin saber lo que estoy haciendo ni escucho canciones en latín. No hablo por no pecar y no me callo ni debajo del agua. A veces pienso que sí soy, pero. Y entonces. Y vuelvo a los puntos dispensivos. Creo. No sé. Y me acuesto debajo de la cama por si me caigo, por no caerme, no vaya a caerme. No sé. A veces pienso que todo está siendo un sueño, que no puede ser, qué hace la gente leyéndome, ¿qué haces tú aquí? Y luego me doy cuenta de que no puede serlo porque los sueños no son así. Los sueños tienen ese aire suave. No hablo del viento. Hablo de eso otro, tú me entiendes, ¿verdad que sí? Los sueños son otra movida. Huelen a azul y saben a re. Porque mi está muy manido ya, yo sé que tú me entiendes. El olor azul, si me preguntas, no es de mis favoritos. Si tuviera que elegir uno seguramente me quedaría con el morado, porque me gusta ese puntito ácido que esconde al final. Ese que te hace cosquillas en la nariz.

Tengo una libreta nueva. Es verde, con margaritas y está deseando que alguien escriba en ella. Yo la miro con respeto, sabiendo que no vale cualquier cosa, que vale que me haya costado solo 89 céntimos, pero ella los vale todos y cada uno de ellos. Tengo una libreta nueva, como si fueran zapatitos, me hace la misma ilusión. Pienso en todo lo que escribiré en ella, en todo lo que no diré, todo lo que esconderé, todo lo que borraré antes incluso de escribirlo. Pienso en todos los sentimientos que no volcaré en sus páginas. En todas las palabras bonitas que me guardaré para otro momento porque, ¿y si no? ¿Y si no es suficiente? 

Llaman a la puerta y es el gato. Maúlla por debajo de la puerta. Intenta entrar por cualquier rendija. Vuelve a maullar mientras lloriquea. Porque no maúlla, ¿lloriquea? ¿Lloran los gatos? Aunque no estén tristes ni azules ni se hayan roto el espinazo porque se han caído del tejado. ¿Lloran los gatos? Este no para. No sé qué hace, pero lo hace todo el rato. Se me ha roto el gato. 

Se me ha roto el castillito, joder. Se me ha roto en mil pedazos y no atino a reconstruirlo entre tanta arena que se me ha mezclado. Se me ha caído el castillito y se ha mezclado con un mar de lágrimas que antes no estaban ahí, ¡juro que no lo estaban! Se ha derruido el pobre castillito, se ha venido abajo, dijo adiós y voló de mí. Y no pude seguirle el ritmo porque la arena me cegó metiéndose en mis ojos, como un gato intentando colarse por cualquier rendija. Pero tengo una libreta nueva. Es verdad, con margaritas y está deseando que alguien escriba en ella. 


*MissDeVuelta

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