Día treinta y dos.

Pero... ¿cómo soy tan sumamente falsa? Siempre digo que no vuelvo a escribir y lo vuelvo a hacer... G.O.D. Necesito salir y despejarme. Y dar vueltas y vueltas y vuelta como las aspas de un molino de viento. Como un gigante. No quiero ser Dulcinea, déjate. Que luego siempre me miran bajo las faldas y se llevan sorpresas (por mis grandes pololos y enaguas). No, déjate. Que luego quieren que asomada a mi balcón les recite poesías (¿y yo por qué debería si eso no lo hacía la del Toboso?) pero vivo en un tercero. ¿Cómo me van a oír? Y quieren que grite y que les llame a las doce de la noche preguntando si tienen algún problema, pues claro que lo tienen, yo soy su problema. Quieren que vaya al río con un cántaro que se llena cada vez más y vuelva a dejarlo y vuelva a llenarlo y así hasta que se rompa. ¡Venga! ¡Como la caja de Pandora! Y saldrán todos los dones buenos y todos los malos. ¡Qué recurrente! ¿Que si quiero hacer lo que más me gusta en la vida y que me paguen por ello? OC. ¿Dónde hay que firmar?
No, no te lo creas. Si sigues siendo la misma ilusa de siempre. ¡Tonta! Hasta que un día, ¡PAM!

Y la mató.






Miss Dreamfullllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll

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