Día cuarenta y cuatro.

Cruzo los dedos. Que no lo haya leído nadie, por favoooor. Eso es lo que te pasa por escribir al llegar de fiesta, cuando te sientas delante del ordenador y te sube todo el alcohol a la cabeza. Cuando te sale todo de los dedos. Y al día siguiente te despiertas y es lo primero en lo que piensas "ayer escribí pero... ¿qué?". Y cojes el ordenador y lo abres y lo enciendes y ¡zas!. Y te autocensuras una vez más. Porque sí. Y lo hago porque me da la gana. Por vergüenza, más que nada. Pero bueno. Yo sigo en mi mundo donde espero que todos sean tan cortos y empanados como yo. Esperemos, hija mía.

Miss Delete.

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