Día setenta y tres.

Y soñé que me quedaba un día y au. Y que lo sabía. Y creo que no hacía nada. A lo que vamos.

Estás sentado discutiendo con alguien. ¿Una academia para aprender a instalar un qué? En tu estómago cientos de coces se hacen oír. Dolor. No puedes retorcerte. No hables. Escucha y asiente. Bien. Vuelas y algo quiere salir de ti. Choca contra el muro de tu boca. Tus dientes inferiores. Y lo salta. Para convertirse en un mar de aguas turbias saladas. Como el fluir de mi subconsciente. Igual. Sólo que escribir no mancha ni duele ni hace que me salgan puntitos debajo de los ojos. (Esto me recuerda a Pakofran, lo de los puntitos.) En fin. Un comienzo muy bonito para lo que viene después. Cojan las piedras. (Esto es La vida de Brian total). No existe la belleza interior. Nada. Barbie era una santa. Con un gustazo, eso sí.

Miss Quémefaltasinless

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