Día ochenta y tres.

DAFT day.

Suave. Venga, ¡déjate el bloq mayús! Y hoy sí, he encontrado a Dalaras. Y vamos para Tesalónica con unas zapatillas de lona (creo). Bien. No quiero volverme loca (más), porque estoy cogiendo mala fama. Pero es que... es ponerme delante del pcomputer y gritar 'interneeeeeeeeeeeee' para poder conectarme y de pronto, cuando abro esta pantalla no sé qué no decir y qué gritar. ¿Y qué si voy a contrarreloj, contratempo y contracorriente? ¿Y qué si en el momento de correr me quedo paralizada? Es el miedo el que me detiene. El pánico y Pan tocando su flauta (de Pan, propiamente dicha). ¿Cinco? ¿Seis? ¿Siete tubos paralelos? ¿Qué más da? Lo que importa es la música. Y de este, no pasa. No gritaré que no pasarán, porque luego a los otros les da por cruzar un puente y nos destrozan, queridos milicianos. Hay que saber lo que dices en cada momento. No puedes ir alardeando de ser Ingeniero de Telecomunicacionesoalgoasí y luego no saber contar un par de luces. ¡Genial! La próxima vez que vaya a la panadería le diré a la panadera: "Dame una barra de pan, por favor, y ¡cuidao' que por las noches me vuelvo loca y me pienso que sé escribir o algo!". No sé, lo mismo así me trata mejor, visto de otro modo, lo mismo se ríe de mí (EXACTLY). No he podido evitarlo, lo siento. ¿Quién me iba a decir hace unos meses que uno de los bienes más preciados que iba a tener iba a ser una triste esponja circuliredondicular? Un día de estos le hago un cutrunninpoligonero y me quedo más ancha que larga (que no te creas, estoy más cerca de eso de lo que se puede olfatear). ¿Doña María Elena? En mi cabeza suena una voz, doctor. Me dice que no he de hacer el mal, yo lo intento con todas mis fuerzas... ¿No hacer el mal? ¡No, doctor! Intento que se calle ahogándolo con una almohada, pero nada, que no deja de patalear, ¿qué estoy haciendo mal? Pues el mal, claro. Doctor... no me tiente que me tiene. Le tengo más de lo que debería. ¿Perdón? No, no, nada. Olvídelo. Y Depravación salió de la consulta y jamás volvió. No de manera oficial. Esa noche, sin embargo, acompañada de Nocturnidad y Alevosía, le hizo una rápida visita al Doctor para agradecerle todo lo que habían reportado a su vida las caras visitas a la consulta. Depravación le demostró que ya no lo volvería a hacer mal. Jamás volvería a intentar callar a alguien que le estuviese molestando. No con una almohada. El diario de la mañana despertó con una cruenta noticia a toda la población, en portada el Doctor (lo que quedaba de él). Depravación había descubierto a las homónimas con distinto apellido (de Fuego y Blancas). Su vida dio un giro de casi trescientos sesenta grados (celsius). Ciento ochenta doy yo entre el día y la noche. A veces soy, a veces soy. Sin embargo (porque lo he pagado todo), no me gusta que me digan que estoy loca. Porque no es verdad.



Miss Stopitnow!*


Autopista there we go!

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