Día cien.

Debía escribir, lo necesitaba. Mi mente se encuentra en un estado de asimilación/transición (a la vida moderna con J.B. [que es José Benedicto]). Melancolía y soledad luchando contra el placer, la ambición y la felicidad pura (esa que se ve en una "simple" sonrisa). Un no saber qué querer. Un no saber qué decir. Contar hasta cien y subir por esas escaleras que antaño me volvían loca. Oler con otro olor y que mi boca sepa a chocolate belga. Contemos hasta mil y dos mil y tres mil y hasta el ocho tumbado si es necesario hasta que nos demos cuenta de que no hay por qué contar. Si cierro los ojos, seguro que veo el Sol y no me ciega. Seguro que la Luna parece contenta hoy. Hay viento. Hay luciérnagas en la oscuridad de la noche que brillan como si fuesen simples trozos de papel reflejando la luz de una farola. Hoy no hay tormenta. No hay miedos, no, sí los hay. Pero es mejor escuchar el silencio. Escuchar una canción en silencio. No hablar. No preguntar por miedo a las respuestas. ¿O miedo a que no sea miedo? Necesitaba escribir, ya lo he dicho. Que debía hacerlo. Y gritar por la ventana como estoy haciendo ahora mismo. Poner un coche a 180 km/h y reventarlo contra ese gran muro que hay enfrente. Contar historias de terror, hablar de vampiros sabiendo que más tarde no podré dormir (y utilizarlo de excusa para estar aquí). No, no hablo de vampiros con asiduidad, pero no importa. Ellos van a todas partes conmigo, se alimentan de mi sangre y también suelen darme de beber a mí de la suya, pero no salen de día y no quieren hacer el bien. Son seres no-muertos, pero no están vivos, ni lo quieren estar. Son realistas, ellos sí que tienen todo lo que quieren; es lo que tiene vivir tantos siglos, puedes acumular grandes cantidades de dinero. Y ya está. Pero no, dejémonos de historias sobre vampiros buenos que intentan conquistar a una chica y que pueden salir de día a la calle o que quieren salvar el mundo, no nos gustan esas historias, no. Nope. No. Nain. Tanta negación acabará siendo una afirmación. Ahora viene el momento ilustrador/tativo: sinónimos de "hate" (odiar en inglés) son "detest", "dislike". ¡Vaya! ¡Cuántos sinónimos! En fin, vuelvo a mi mente. Quiero volar pero me da miedo perder las alas por un soplo de aire. Sé que un día lo conseguiré, que dejaré atrás todo lo que me tiene retenida (nada) para volar en otra dirección; quiero ir a países cuyos nombres no sepa pronunciar, comer platos desconocidos para mí, quiero aprender mil y un idiomas... Quiero vivir, vivir, vivir. Quiero ser, existir y pensar y existir más tarde. No quiero aprender a estar quieta. Ya lo he estado bastante. Quiero estirar las piernas de una vez. Se acabó lo que se daba. Se acabaron las tonterías. Se acabó el estar pendiente y que estén pendiente de mí. Un día más y me queda un día menos. ¿Se arrepiente usted de algo? No, gracias, todo bien por estos mundos pseudodivinos. Quiero quiero quiero.






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[Sí, la foto de arriba significa que todo lo que yo veo cuando miro el mundo es eso... todo lo que nadie (o muy poca gente) más ve.]

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