Día ciento seis.

Mamá, mamá, que en el colegio me quieren pegar. Bien.

Cuando piensas que has visto todo lo que tenías que ver, viene un ser alado y te quita la venda de los ojos. Y ¡adiós! Ni canasta, ni cesta, ni balón blanco dando botes. No hay nada. Sólo la sorpresa de encontrar a gente tan sumamente bizarra a estas horas de la vida. Cuatro días. Y llevo dos amenazada en diversos medios. Bien. Me gusta ser el centro de vuestro universo. ¡Arriba el Paocentrismo! Mañana más, mañana mejor. Mañana me como un caracol y me acuerdo de las noches que he pasado mirando a las estrellas sin parpadear. Nunca volveré a ver una uve de patos. Está clarísimo. Pero, no moriré sin verla. Dicen mis amigos que perro ladrador... Yorkshire por naturaleza, natísimamente. Nato. (Y la nata que vuelve, tan ricamente se pasea a sus anchas por los escotes.) Que al revés es Otan. (Sí. He dicho exactamente eso.) Y claro, si puedo decir que no soy creyente, que no me creo lo que veo, que sólo me creo lo que toco... pues hasta que no toque... No me lo tendría que creer. Por lo menos, catapún. De momento, no me creeré mucho. Y solicitaré todos los cambios necesarios para que en mi vida lo más importante sea mi culo. No vale de nada lamentarse después. No vale de nada tanta tontería. Las lenguas de serpentina me comen a mí los dedos meñiques de los pies y me hacen reír por las cosquillas. Pero mañana, ¡zasca! Y ¡gracias al Señor Todopoderoso de lo que me he librado a tiempo! Ya me veo casada con ciento y la madre y la madre de su madre a este pasito pasito (que es como se hace el caminito). Pero no, gracias al Pastor de Judea, mi cuerpo se ve libre y mi cabeza feliz como una ferdiz (sí, ferdiz). Y no dejo de inventar palabras porque ya nadie NADIE nadie me pide explicaciones por cada línea de las que escribo de forma inconsciente (o sea, todas). Y... ¡sólo me quedias por llevarme la contraria! Pero me da igual (en parte, porque en parte lo haces). Y si me da igual, soy feliz. Y si soy feliz, todo me da igual. Y aquí viene la explicación de por qué lo llaman Bucle. Pero se acabó. Se acabó lo que se daba. Se acabó desvariar de madrugada. Se acabó. Y vuelve a empezar again/eguén. Sobretodo, se acabó el desviar la mirada. Me da igual. ME DA IGUAL. Tal vez mañana vuelva a soñar con vampiros dulces de piel clara. Pero hoy no. Volveré a reírme de la Luna por parecer un gajo de limón en un vaso de chupito con tequila. Pero hoy, no. Volveré a recorrer con mis manos su piel como si se tratase de la carrocería de un zetacuatro (este es el piropo más bonito que he hecho en mi vida). Esto, en un par de horas quizás. No volveré a pasar una tarde entera con la mirada perdida, no volveré a pensar en tonterías, no volveré a preocuparme del qué dirán ni de lo que digan. Eso nunca.

Me miran desde la pared... Marilyn, Audrey, Bob, Mick y Peter, mis amigos plasmados en papel. Son testigos de todas mis paranoias. De todas mis estupideces. De todos mis llantos y mis risas psicotrópicas. Saben quién soy y, probablemente, sean los únicos que lo sepan realmente. Gracias al respeto que profesan desde sus respectivas cárceles de papel. Silencio auxiliador.

Algún día, me dedico a escribir algo en serio, va.





Miss OhmyHolyBoob*

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día doscientos doce.

Día ciento veintisiete.

Día doscientos once.