Día ciento uno.

Sólo ves lo que tus ojos quieren ver. ¿Cómo puede ser la vida como tú quieres que sea? Estás congelado cuando tu corazón no está abierto. Estás tan consumido con todo lo que consigues. Malgastas tu tiempo con odio y arrepentimiento. Estás congelado cuando tu corazón no está abierto. [Frozen, Madonna, versión MissLess] Mas cuidado si lo abres, entonces es cuando viene el dolor seguido de lágrimas. Mañana nos toca la visita al Infierno como todos los jueves. Sí. Mañana ya toca. Ya se ha olvidado todo lo que decían sentir unos y otros. Ya da igual, la vida. La vida da igual ya. Y un día de estos a lo mejor me entero de que soy madre o he matado a alguien. ¡Ay si las miradas matasen! ¡Ay si la envidia fuese tiña! Let's spread the word.

Abrí los ojos, no podía ser verdad. No veía nada. Intenté levantarme pero algo me lo impedía, era el Terror. Asustada comencé a gritar, pero de mi boca no salían más que unos leves susurros. Mi voz no era más que un murmullo en la oscuridad. ¿Dónde estaba? El tiempo se me antojaba eterno y el aire insignificante. ¿Dónde cojones estaba? Cuando conseguí levantar la mano sólo fue para descubrir que estaba encerrada en una caja. Una caja de madera revestida de algún tipo de tela. Levanté la otra mano, comencé a arrancar el forro. No podía ser verdad, no podía ser verdad. Llegué a la madera. Sí, era justo lo último que desearía cualquier persona. ¿Dónde estaba él? Y, ¿qué hacía yo allí? Vale que me lo estuviese montando con un no vivo, un no muerto, un puto vampiro, pero ¿qué hacía yo en su ataúd? Comencé a arañar la tapa desde dentro hasta notar que se astillaba bajo mis uñas, pero esto sólo me produjo un inmenso dolor que nunca olvidaré. ¿Dónde estaba el vampiro? Conseguí doblar las piernas para empujar hacia arriba y mover la tapa justo a tiempo para sacar la cabeza de allí dentro y vomitar sobre una roja alfombra de lo que parecía ser una habitación muy cara. Ya se sabe, tanto tiempo para ahorrar, años, décadas... siglos. Salí de mi confinamiento arrastrándome y me dí un golpe en la cabeza al chocar contra el suelo. ¡Joder! ¿Algo más? Obviamente, después de todo, perdí el conocimiento. Me desperté en la cama, pero no era mi cama, era como la cama de la suite presidencial de algún hotel de lujo. Estaba empapada en sudor y blanca como las sábanas, ataviada con un camisón al más puro estilo de la niña del Exorcista. Muy bien, siempre divina para cualquier ocasión. Me di la vuelta sobre mí misma para comprobar qué o quién era lo que me estaba vigilando ya que notaba una presencia junto a mí. Allí estaba él, tan tranquilo como siempre. Estaba desnudo y su cuerpo ebúrneo se me antojaba un capricho de los Dioses. Empezando por su blanco rostro, suave como la brisa y los cantos de los pájaros a las cinco de la mañana. Ojos negros, dentadura perfecta (esos colmillos que tan cerca habían estado de desgarrarme la garganta tantas veces), mandíbula cuadrada, nariz afilada. Su duro pecho sin mácula. Marfil contra marfil contra marfil contra marfil sus abdominales. Y al bajar un poco más, perdí el sentido de la visión cegada por la lujuria. Me erguí utilizando sus brazos para ayudarme a levantar. Me situé sobre él y antes de que pudiera hacer nada más, él me bajó con un leve movimiento, como si apartase una mísera mosca. Intenté detenerlo pensando que era una pérdida de tiempo por mi parte, pero para mí asombro, pude con él. Hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho antes, ya no podía parar. ¿Qué estaba pasando conmigo? ¿Por qué tenía más fuerza que él? ¿Por qué ni quería ni podía parar? Fue entonces cuando él se incorporó y me dijo: 'Nena, tenemos que hablar.' ...

Al final del sueño es cuando pasan las cosas importantes, cuando no te quieres despertar porque sabes que lo que llevas esperando toda la noche va a ocurrir. Me da igual ser pequeña, ser grande. Ser rápida o ser lenta. No saber en qué dirección debo huír y acabar corriendo siempre en la dirección equivocada. Lo único que me importa es pasármelo bien, déjame dormir. No dejes de cantarme canciones de Mclan que 'el que la sigue la consigue'. Y cualquier día es cuando yo voy y me emborracho de música y acabo vomitando todo esto que está aquí. Y ya puede bajar Dios y su puta madre a decirme lo que quiera que me da igual. Ya todo me da igual. Mirar, que me miren, que me digan, que cuenten, que mientan y que se inventen. Que me tiren cosas, ¡como si me tiran tejados! Me da igual, me da lo mismo. Sólo quiero desconectar, reírme, ver vídeos estúpidos y películas enlasquenosentiendená. Y comer(te) chocolate. Aijeityu. Graciarl.

"Y un día voy y ... te miro."



Miss Aycagustomequedao.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día doscientos doce.

Día doscientos once.

Día ciento veintisiete.