Día noventa y ocho.

Sí, está bien, lo confieso. En un principio, antes de la materia, fui un ente etéreo incorpóreo y un sin fin de redundancias metafísicas más. Y ese ente que yo fui, era de sexo masculino, hasta tenía nombre (Sergio). Pero algo ocurrió el día que me tocó ir a recoger mi cuerpo, me quedé durmiendo (eso no cambiará never ever) y cuando llegué sólo quedaba uno de mujer. ¡Mierda! Pero era uno de Agosto y ya habían empezado los dolores de mi madre, no podía esperar más et voilà! Aquí estoy, por un maldito despertador. Atrapado en un cuerpo (perfecto, por otra parte) de mujer. De ahí viene todo: fútbol, coche, Muchachadarl, el anticuchicheismo...
¡Qué complicada en la vida! ¡Hay que buscarle explicaciones a todo!

Ayer hice un largo viaje. Fui del Infierno al Cielo. Realmente sólo están a un par de manzanas, pero Eva bien sabe que una manzana puede ser un mundo. El Infierno ya sabemos todos comos es (más cuando intentan derribar la puerta del baño) pero esto es otra cosa. No sé si era el Cielo o el Olimpo. Fue un cambio bastante grande. En el Cielo no hay alcohol (si quieres, sí) pero hay ángeles y dioses por todas partes. Seres inmortales que serán recordados por una cosa u otra. Hay ángeles hembra, también, con largas melenas morenas y caras de muñeca (este ángel me acompañó toda la noche a partir de mi huída del Infierno). Esa flor eterna que habita en mí. La muñequita gótica, la La Piedra. Ya sabe ella quién es. ¿Cielo? ¿Infierno? Siempre el Infierno será más tentador, pero este Cielo se me antoja agradable. No me hagas escoger. Se ve bien. Se ve con estilo. La música es celestial y los coros, mejor. Este Cielo tiene Swing y también tiene sus propios sultanes.

[Dire Straits' time]

Y no, no no no. No tengo tanto que no sepa decir cuando les conocí. Pero tengo algo mejor. Cuando estamos bien nunca nos damos cuenta de lo que tenemos. Nunca. No importa de lo que esté hablando, porque siempre será así. Pero cierto día, un amigo te ve por la calle destrozada, lleváis meses sin hablaros, no os llamáis, podéis vivir el uno sin el otro. Pero seguís siendo amigos y sabes que estarías dispuesto a comerte al mundo y a cualquiera que se ponga por delante (hipérbole sí) por esa persona. Así sabes lo que es la amistad. Y por pequeños detalles de más personas aunque sabes que para nadie eres el mundo, que para nadie eres imprescindible, te da igual, porque sabes que para un par de personas eres importante, igual que ellos para tí y por eso, por eso puedes comerte al mundo y el mundo. Gracias (ahora es cuando espero que estés leyendo esto y te des por aludido, Carlitos).

Miss Lessbutalittleless

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