Día noventa y uno.

Qué repelentes sois, niños de mamá. Recuerda que las cosas son como son y a veces son MÁS que injustas, pero no todo está decidido, acaba de llegar Florentino y las cosas pueden cambiar para el Madrid. Bien. Sueño con vampiros cada noche y despierto temiendo haber sido mordida, pero sale el sol y no me desintegro ni nada, supongo que sigo viva al notar la cálida brisa del interior de un edificio acorralada por pantallas que me devuelven al color blanquecino que me caracterizaba. Allí sí que estoy vampírica (sin islas bonitas). Y me alimento de recuerdos y de dolor y de teclados y pantallas blanquiamarillentas. Y sé que no. Que sí y que no. Y descubro la alter muchachada en otra lengua. Y sé que no. Que no, que no y que no. Y luego me dicen que sí, que todo es distinto, que hay que ver cómo soy. Que no valgo para nada ya me lo puedo decir yo sola. Que mi mundo está del revés, también. Que mañana gritaré y gritaré y soplaré hasta derribar tu casa, ya lo sabes. Y nunca, nunca. Pero hoy todo es distinto. Siempre querré que seas el Vampire* al que se le salen los ojos de las órbitas comiendo helado de 'aquítúereselrey'. Los sueños no nos dejan ver con claridad. Nunca. Nos ciegan la visión del mundo real, el mundo en el que vivimos día a día. Y saber que siempre querrété. No matter what.

Un día, seré consciente.

Hasta entonces...


Miss Less*

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