Día ciento treinta y tres.

No hay más ciego que el que no quiere ver.

Puedo perder una tarde mirando el techo y estúpidos anuncios de preciosos zapatos por ciento cincuenta euros. Puedo perder una tarde escribiendo tonterías que no tienen ni cuerpo ni cabeza. Puedo perder una tarde pensando en el imbécil que arruina mi existencia. Puedo perder una tarde escuchando música demoníaca... pero nunca voy a perder una tarde leyendo un libro. Porque leer un libro no es perder el tiempo.

Pero, ¿a qué me dedico? Me dedico a pensar que voy a sacar algo en claro de todo esto. Me dedico a creer que voy a aprender matemáticas en dos semanas para tenerlo todo a punto. Me dedico a creer que los sindicatos valen de algo más que de paracaídas. Y me dedico, en definitiva, a perder el tiempo de soberaaaaana manera.

Podéis llamarme Miss Estúpida porque no doy más de mí. Soy imbécil y sensible. Y, si bien es verdad que en ocasiones toda mi sangre baja a mis puños, al final no pasa de ahí. No puedo más que mirar con furia al pasado y al presente (que también es pasado)... Con ira por saber que no hay nada peor que un tonto malvado. Un imbécil, un idiota. Y yo, tonta de mí, me dejo llevar por la maldad estúpida que me rodea. No ha podido conmigo de momento, no va a poder. Porque no me da la gana.

(Ahora es cuando me despierto y digo: no me lo creo ni yo.)





Miss H8.*

Comentarios

Karina Florez Chokewanca ha dicho que…
Sabes, muchas veces siento lo mismo que tú, es decir, como que pierdo el tiempo, pero quién no lo hace??? En realidad, somos un mar de gente a la deriva xD.

Entradas populares de este blog

Día doscientos doce.

Día doscientos once.

Día ciento veintisiete.