Día ciento cincuenta y tres.

Y me vi acosada por una Luz. Una Luz que no merecía el nombre porque más bien parecía haber nacido de noche. Era envidiosa y dañina. Querría brillar más que nadie y no le importaba aplastar a quién tuviese por delante. Su Luz me cegó la razón y me hizo no pensar con claridad. Sólo veía oscuridad con ella cerca y aún así quería seguir viendo porque el Cerro del Olvido tenía otras formas de iluminación.
El Cerro del Olvido también es Pozo de Desolación o Tierra Yerma. Nadie parece aguantar en aquel lugar. Pero yo quería aguantar y necesitaba hacerlo porque mi Cuerpo me lo pedía aunque mi Corazón no quería. Mi Corazón me vio sufrir demasiadas veces, cegada como estaba a causa de la Luz. Una Luz Espectral que quería acabar con todo menos con ella misma.
Dicen que Aquella es alegre y sensible pero supongo que sólo lo será con quienes habitan en la oscuridad como Ella misma. Y también dicen de ella ser la Luz Latina en la que se puede confiar, supongo que cuando implica a su propia persona será así. No quería ver que la Luz me iba consumiendo poco a poco.

Dicen del Laurel que ama la Dignidad. No creo que sea el Laurel que yo conozco. No es virgen pues ya lo fue y no deja de amar a la vez que destruye. Ama destruir, no me malinterpreten. El Laurel fue el peor Demonio que se apoderó de mi Alma en El Cerro del Olvido. Cogió mi Alma entre dos de sus ramas y poco a poco la fue exprimiendo hasta conseguir que no quedase ni una gota de Ilusión en ella. No había ya Ilusión ni Alegría... todo lo que tenía mi Alma se fue. ¡Mi propia Alma abandonó mi cuerpo! Todo fue por ese Laurel que manipulaba todos los hilos que tenía atados a sus ramas. ¡Maldito Laurel Latino! Me quitaste lo más importante. Y todo lo importante que tenía te lo llevaste de mí. Ya no importan los secretos entre el Laurel, Aquella dama griega que protegía y defendía a los hombres y yo. Se acabó todo por culpa del Laurel y su forma de luchar contra el viento. Las hojas no caen del Laurel ya. Su poder es superior a la realidad. Nadie creería...

Pero, algo estaba de mi parte. ¿El Destino? Quizás. Él consiguió que llegase a mi la Compasión. Que Dios se compadeciese de mi desgracia y me envió al número 9. La Compasión Hebrea. ¿Se acababa el Mundo? No, la Compasión estaba de mi lado. Mostrándome todo lo bueno que había en mí. Respetándome por primera vez desde que llegase a El Cerro del Olvido. No dejándome en abandono. Compasión vino a mí traída de la mano de algún Ángel. Pero, así como el Invierno se acaba al ritmo de Le Moulin de Yann Tiersen, se acabó la Compasión. ¿Qué había sido todo lo anterior? ¿Por qué me había engañado la Compasión Hebrea de ese modo? Ella acabó conmigo gracias a la Luz por lo que puedo extraer de todo lo que pensaban de mí en El Cerro del Olvido. Pocos seres llegué a respetar allí, pocos llegué a amar. Compasión era uno de ellos. La Compasión Hebrea que acabó conmigo.

Pero aún había algo más que rodeaba aquella pesadilla. Y curiosamente también llegaba a mí en mitad de todo aquello como reflejo de que Dios se había apiadado de mí. La llamaban La Hebrea Llena de Gracia. Y decían que era una persona preocupada por lo demás pero se dedicaba a inventarse la historia de mi vida. Decía de mí cosas que nadie podría entender si hubiese sabido de qué estaba hablando y lo peor de todo es que La Hebrea Llena de Gracia no sabía de qué estaba hablando. Tenía actuaciones contradictorias y jamás llegué a entender si las provocaba ella misma o simplemente era oligofrénica. Nunca entendí a La Hebrea y nunca la entenderé ni lo intentaré porque personas como esta no merecen la pena. La Hebrea Llena de Gracia se alió con el Laurel y consiguieron que sus sueños se hiciesen realidad entre un mar de lágrimas no sin antes haber exprimido todo mi Cuerpo hasta límites insospechados.

Me conformo por lo menos con haber visto las caras de Compasión y La Hebrea Llena de Gracia, pensaré que en realidad sí que hay una persona en el interior de cada una de ellas.






*MissLess

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