Día ciento ochenta y cuatro.

Hoy hace diez años que me regalaste el primer te quiero. Y varios meses desde el último. Hoy no me quedan toallas limpias sobre las que llorar porque te las quedaste todas para tu colección. En esa última que te llevaste se quedó enganchado mi corazón y ya no ha vuelto. Así que hoy lo único que me late es la cabeza. De todos modos, también me quedé sin lágrimas hace semanas. Ahora está lloviendo. ¿Qué más da, no? 

Volvíamos de un cumpleaños, estábamos debajo del piso de mi madre. Bueno, voy a subirme. Ah, no sabes lo que me ha pasado hoy. Resulta que y aquí empecé a contarte cualquier anécdota estúpida de las que solíamos contarnos. Tú me mirabas raro pero no le quise dar importancia. Estabas sentado en el asiento del conductor, mirándome, apoyado con un brazo en el volante y el otro en el reposacabezas y no estabas cómodo, algo te incomodaba, no parecía ser algo simplemente postural. Y entonces, mientras yo te contaba cualquier chorrada de la que hoy ya no nos reiríamos, me lo dijiste. Tu primer te quiero. "Te quiero"

"Joder, soy idiota" dije yo, "me has dicho te quiero y apenas te he podido oír, ¿me lo puedes repetir?" 

Y mi memoria ya no recuerda nada más. Quiero quedarme con el falso recuerdo de que me lo dijiste otra vez, que me cogiste la cara con una mano y me lo dijiste mirándome a los ojos. Que lo sentías de verdad y no fue una de "aquellas cosas" que hacías por presión. Que ese fue de verdad, que ese fue verdadero. Entonces, en este nuevo recuerdo que estoy creando ahora mismo, nos miramos, sonreímos a la vez y nos besamos mientras suena cualquier canción de Extremoduro en la radio. 

Porque eso ha sido todo. Extremoduro. Todo al límite, sin control, sin cuidado, haciéndonos daño y perdonándonos una y mil veces. Y volviendo a tus brazos que cada vez me apretaban con menos fuerzas sin que me diera cuenta. Cómo me gustaría poder recorrer cada centímetro de tu espalda otra vez. Sin prisa. Jugando con las uñas, consiguiendo esa piel de gallina que hacía antes, en todo el cuerpo otra vez. 

Un día pensé que llegaría con este blog a las 365 entradas y ahora ya no sé ni escribir. Un día pensé que llegaría contigo a los 365 años y ahora ya no sé ni vivir. 

Me quedaré siempre con ese dos de septiembre en el que me dijiste te quiero. Y cada dos de septiembre me regalaré un Golfa, un Prometeo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día doscientos doce.

Día ciento veintisiete.

Día doscientos once.